sábado, 3 de marzo de 2012

7.- El castillo

Alex y Miriam no cabían en su asombro cuando se acostumbraron a aquella luz del sol. Habían estado caminado durante un rato a oscuras y ahora se sentían libres por fin. Durante el camino los dos habían estado intentando imaginar el lugar al que conducía aquel túnel, pero nunca habrían imaginado semejante cosa. Estaban frente a un inmenso castillo, un poco deteriorado por los años, pero seguía siendo precioso. El túnel había conducido hasta una especie de terraza, con grandes árboles y plantas. El castillo era alto, desde conde estaban ellos parecía que la torre más alta podía incluso tocar el gran cielo azul. El castillo tenía tres torres, la del centro la más alta, pero las otras dos eran también altas, de unos veinte metros aproximadamente cada una. Una puerta similar a la del túnel, pero más alta y nueva era la principal de el castillo y en la que se podía ver más dorado que en la del túnel. El castillo tenía muchas ventanas, unas veinte pudo contar Miriam. Las baldosas del suelo se estaban rompiendo a causa de las raíces de los árboles, pero se podía andar todavía por ellas. El castillo tenía pinta de estar deshabitado, y si así era, ¿por qué Henry les había conducido hasta él? Alex no se lo podía explicar. Estuvieron un tiempo en silencio, no sabían si había sido durante unos segundos o unos minutos, pero Miriam fue la primera en decir algo.
-Este lugar me es familiar y no sé por qué.- Giró la cabeza hacía Alex para poder ver su expresión.- Yo he dibujado este lugar, hace unos meses, soñé con él y lo dibujé.
-¿Cómo es posible? Se supone que de aquí nos fuimos con apenas un año.
-¿Y qué? Puede que, lo recordase.-Dijo Miriam, aún sin creérselo.- Puede que durante ese año que vivimos aquí, lo observase durante mucho tiempo y esa noche lo recordase...
-¿Y cómo es que yo no lo recordase? Se supone que yo viví también aquí.
-Pues yo tendré más memoria, no lo se.- Y Miriam emprendió el camino hacía el castillo.-Vamos, tenemos que ver si hay alguien, e intentar entrar.
-Pero, ¿como va a haber alguien? ¿No ves que está abandonado? Puede que desde que nuestros padres murieron nadie se ha atrevido a vivir en ese lugar.
-¿Y si no es así? ¿Y si todavía hay alguien dentro esperando a que la profecía se cumpliese y nosotros llegásemos? A lo mejor es por eso por lo que Henry nos ha traído hasta este lugar.- Miriam se volvió, miró a los ojos a Alex y empezó de nuevo a caminar hacia el castillo.
En ese momento la puerta del castillo se abrió, Miriam se paró en seco y se volvió para mirar lo que Alex estaba haciendo.
-¿Qué hacemos?-Preguntó Miriam con miedo en los ojos.
-Debemos continuar, mirar a ver si hay alguien o ha sido el viento. Ya no podemos volver.
Entonces de la puerta, como llevado por el viento, salió alguien. "¿O algo?" Pensó Miriam. Era un ser raro, tenía la cabeza y el torso de un hombre pero no tenía piernas, sino patas de caballo. Y gritando y corriendo se acercó a ellos. Estaba desnudo, salvo por un taparrabos situado estrategicamente sobre sus partes y un arco en su mano derecha. Tenía el pelo corto, negro como el carbón y llevaba un gran anillo de oro en el corazón de la mano izquierda.
-¡Habéis venido! ¡Sabía que vendríais!- Cogió a Miriam de la cintura y la llevó hasta Alex. Los abrazó a los dos como si los conociese de toda la vida.- ¡Nunca perdí la esperanza y aquí estáis los dos! ¡Sanos y salvo! ¡Y nos salvaréis!
-Perdón por la arrogancia, pero, ¿quién eres?- Preguntó Alex sin aire a causa del abrazo.
-Soy yo, Héctor, vuestro padrino.- Dijo como si aquello fuera tan claro.- ¿No me recordáis?

No hay comentarios:

Publicar un comentario