sábado, 17 de marzo de 2012

9.- Su habitación.

Oscuridad. Lo único que en ese momento Miriam podía ver. Intentaba recordar lo que había hecho ese día, pero eran demasiadas cosas. Recordaba una caída, un chico guapo y alto, un gato que habla, su casa en el tronco hueco de un gran árbol. También podía recordar la historia de su familia, la huida, y finalmente el castillo. Recordaba voces, la de un chico, que aunque acababa de conocer, sabía que era Alex por todas la cosas que habían pasado juntos ese día. Recordaba otra voz. La de Héctor, más cálida y ronca que la de Alex. Ahora podía recordarlo todo. Habían estado durante la noche hablando en el salón de baile, luego habían pasado al comedor. Éste era un tanto más pequeño que el salón de baile, pero más cálida y acogedora. Esta habitación tenía chimenea, pero en el centro tenía una larga mesa rodeada por dieciocho sillas, todas de madera de roble. En el techo dos lámparas de araña colgaban como a punto de caerse. El suelo era de mármol, las paredes de color violeta al igual que la tela que cubría la mesa. Esta habitación solo tenía dos ventanas que comunicaban a al parte trasera del castillo. Habían entrado y se habían sentado, Héctor había estado fuera un tiempo, en el cual Alex y Miriam no se habían hablado. Al cabo del tiempo Héctor regresaba con unas bandejas en las manos y las dejó sobre la mesa. Todos habíamos permanecido en silencio hasta terminar y cada uno había ido a la habitación que Héctor había dicho. Y ahora lo podía recordar, se había tumbado en su cama y se había quedado dormida al instante. Pero todavía era de noche, no podía ir a ningún lado. Entonces decidió quedarse en la cama y reflexionar sobre todo lo que había pasado en aquel día tan extraño. Solo podía pensar en una cosa, ¿sus padres la estarían buscando? No podía soportar la idea de que sus padres estuvieran buscándola, y ella tranquila en la cama del castillo. Tampoco podía imaginarse que fuera una princesa, que realmente toda lo que había vivido esos años fuera mentira. Todos los recuerdos junto a su familia, todo los momentos felices y los tristes, todo ¿podría ser mentira? Todavía no le entraba en la cabeza. Entonces como si no se lo esperase, cerró los ojos y entró en un sueño profundo. Abre los ojos. Le parece que solo ha estado durmiendo unos minutos, pero ahora es de día. Por la ventana entra mucha claridad que le molesta. Parpadea varias veces, e intenta incorporarse. Se pone en pie, notando en la planta de sus pies el frio suelo, y se dirige a la ventana. En ese momento se da cuenta que su habitación es la que está en la torre más alta, y mira hacia abajo, donde el día anterior habían estado. Entonces golpean en la puerta.
-Adelante.-Dice Miriam sin mirar la ventana.
Se abre la puerta con un fuerte crujido y aparece la cabeza de Alex.
-Te he escuchado caminar y he decidido decirte que el desayuno está preparado.
Me miro la ropa y veo que no llevo mis vaqueros y mi camiseta, llevo un precioso camisón de seda azul.
-Cuando me cambie. Gracias por avisarme.-Dice girando la cabeza hacía Alex y sonriéndole.
-No hay de que. Pero date prisa, Héctor quiere empezar con sus clases de lucha.

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