sábado, 11 de febrero de 2012

4.-La casa-árbol

Miriam estaba impresionada. Por fuera aquel tronco vacío parecía muy pequeño, pero aquello no era verdad. Después de entrar por esa apertura en el tronco, había una pequeña habitación poco iluminada en la que solo había una percha de madera maciza con unos pocos abrigos y dos o tres sombreros. En el centro de esa pequeña habitación un agujero excavado en el suelo, con forma escalonada, llevaba a las demás habitaciones de abajo. Bajaron todos en silencio, mirando cada rincón de ese túnel tan bien excavado y todos los cuadros que estaban colgados en él. Llegaron a una habitación, esta más grande que la primera, de la cual partían una serie de ramificaciones que partían a cada habitación. En esta había una mesa con cuatro sillas y tres sillones pegados a una pequeña chimenea. La habitación parecía una madriguera, pero a pesar de que allí vivían gatos, era alta y no hizo falta de que se agacharán. Todas las luces estaban apagadas, porque la chimenea daba la suficiente luz. Se sentaron en los sillones y no tardó en llegar la mujer de Henry.
-Henry, Lucia ha dicho algo de unos humanos, ¿qué pas...- Una preciosa gata blanca con manchas marrones, se quedó petrificada al ver a Miriam y Alex ante la chimenea.
-Sara, he encontrado a los príncipes, a los herederos.- Dijo Henry levantándose del sofá.
-¿Ellos son?- Dijo ella alejándose a otra habitación.
No tardó mucho en llegar, esta vez traía un pequeño papel en la mano y la tuvo en la mano unos minutos. Miraba unos pocos segundos el papel de su mano y levantaba la cabeza poco a poco para mirarlos a aquellos dos desconocidos que esperaban a que dijera algo.
-¡Es verdad!- Exclamó pasándole la foto a Alex.
Alex tomó el retrato de un hombre y una mujer y se sorprendió al ver que era él. Lo mismo pasó cuando Miriam cogió el papel y se vio junto a él.
-Pero este soy yo.
-Y yo también.- Dijo Miriam pasándole la foto a Henry.
-No exactamente, son vuestros padres en su boda.- Explicó Henry.
-Esto imposible.- Dijo Alex negando con la cabeza.
-¿El qué es imposible?- Preguntó Henry acercándose más a él.
-¡Qué después de todos los años que he creído que mis padres eran mis verdaderos padres se hayan ido a la basura porque todos vosotros me habéis que estos dos desconocidos son mis padre!- Dijo volviéndose hacía la chimenea.
-¿Pero no lo estás viendo?¡Somos idénticos a ellos!- Dijo Miriam cogiendo el retrato de las manos de Henry.
-Todavía no me puedo hacer a la idea. ¿Pero mis padres de la Tierra no lo sabían?- Preguntó Alex mirando a los grandes ojos de aquel gato.
-Sabían que no erais suyos, porque los Farnolianos decidieron daros en adopción y ellos os adoptaron, pero no saben que sois hijos de reyes y menos que sois de Farnolor.
-Venid conmigo,- dijo Sara- tengo unos libros del árbol genealógico de los reyes de Farnolor os los puedo enseñar si queréis saber más. ¡Lucia!¡Trae la llave de la biblioteca!
De una de las ramificaciones salió una pequeña gatita blanca, con un collar rosa que le entregó una llave a Sara y se fue corriendo de nuevo a su habitación.
Todos se fueron detrás de Sara hacía la ramificación más lejana. Al abrir la puerta, una gran habitación con las paredes recubiertas de libros los invitó a entrar y perderse en cada uno de ellos.

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